Modalidad de los after school ahora también surge para los preescolares

Cada vez son más los jardines que prolongan sus jornadas diarias para recibir en las tardes a niños de colegios, cuyos padres quieren evitar que pasen horas frente al televisor. Una iniciativa que tiene beneficios, pero también detractores.

El hecho de que el año pasado su hija, de cuatro años, sólo se dedicara a ver televisión en las tardes, mientras se encontraba al cuidado de la nana, hizo que María Elena tomara una decisión. A partir de este año, la niña asiste al colegio por las mañanas y por las tardes va a un jardín, donde permanece hasta las 19 horas.

Cada vez son más los jardines infantiles -como El Arca, Solríe y El Barco de Papel- que ofrecen esta modalidad: talleres de inglés, danza o yoga, espacios donde los niños hacen tareas o, simplemente, la apertura de sus salas para que los menores se integren a las actividades cotidianas. Todo, durante las tardes y pensadas para después del colegio. Una especie de after school de preescolares.

La respuesta de los padres ha sido satisfactoria. En Aqualuna, por ejemplo, este año incrementaron en 20% la matrícula en estos talleres. Del total de niños que hace sus niveles medio menor y mayor en la institución, el 70% sigue yendo en la tarde después de entrar al colegio.

MÁS SOCIALES

«Al final, todo se ve reflejado en mejores resultados académicos. Las tías del colegio me dicen que mi hija es la única que ha logrado lo que se espera de un niño en kínder», dice María Elena.

Numerosos estudios han constatado las ventajas de la estimulación temprana, especialmente a través del acceso a educación preescolar de calidad. Entre los beneficios, figuran más habilidades cognitivas, motoras, sociales y afectivas. «A futuro, la estimulación temprana les sirve para que enfrenten los desafíos a nivel escolar, como el aprendizaje formal y de aplicación», explica Natalia Salas, sicóloga del Centro Cognitivo de la UDP. A los cuatro o cinco años, los niños filtran la realidad a través del juego y éste les sirve también para aprender, ya que los contenidos adquieren sentido mediante él.

Además, hay ganancias en habilidades sociales. «Cuando aspectos como el humor, el compartir con personas distintas se adquieren en edad temprana, el niño tendrá más habilidades a futuro», agrega Salas.

Por último, muchos padres recurren a este método para evitar que sus hijos pasen excesivas horas frente al televisor, una actividad para la cual los expertos recomiendan no más de una hora al día.

Pero la modalidad también tiene detractores, quienes creen que se debe privilegiar el juego libre y potenciar las figuras de apego.

El cuidado de padres, abuelos u otro adulto con quien haya un vínculo puede beneficiar más que la estimulación social en un ambiente externo, como un jardín. «Al tener un apego seguro, el niño manejará mejor el estrés a futuro, ante una evaluación, por ejemplo, tendrá mejor autoestima escolar y eso facilitará los buenos resultados», dice Loreto Vera, sicóloga de la Junji.

Lo mismo ocurre con el juego libre, donde el niño se expresa sin ser dirigido por un adulto. Según investigaciones, esta es clave para la creatividad, socialización e, incluso, para el desarrollo neuronal y del lenguaje.

EL JARDÍN IDEAL

– Debe dejar espacio para el juego libre. Como mínimo, cinco horas al día.

– Cuando hay una actividad intermediada por un adulto con un objetivo, éste debe tener claro qué actividad hacer para que el niño adquiera cierta destreza.

– Para favorecer la creatividad de los niños es vital que las educadoras los inviten a formularse preguntas.

LA OFERTA

Algunos de los jardines que tienen estos programas son:

Aqualuna y San Benito, en La Reina

Solríe, en Renca.

El Arca, en Huechuraba.

Barco de Papel, en Las Condes.

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